Todo lo que tenia pensado se transformó en otra cosa, como siempre de nuevo. Debe ser culpa de la mariposa. Mientras estuve arriba del andamio conversando con tu cara, con las líneas de la nariz y de la mirada, y con el gesto en la boca que siempre hacías en las fotos, mientras tanto, se quemó la Catedral de Notre dam, se suicidó Alan García y fue mi cumpleaños, casi se aprueba el tpp11 y Paloma Mami la lleva. La mujeres estamos cada vez más insertas en nuestra femenina revolución y las historias de amor se transforman. Muchas personas pasaron diciendo qué lindo, otros preguntando quién era la retratada, otro por baño, otros por talleres y uno que otro por una moneda. Hasta que algunos conocidos te reconocieron. Alivio. Tú afirmada mirando desde arriba con los colores de la casa, de la piel y unida a la sublime materia de un horizonte de amapolas. Tan lejos tan cerca, tan intocable y tan presente. 
Sublime. Me encanta esa palabra y puede ser que en el mural la encarnes aunque suene paradójico y contradictorio decir encarnar cuando es justo aire, horizonte e infinito lo que se diluye entre tus líneas, las curvas, las rectas, la luz, tu luz, las sombras , tu sombra que es la que nos llega ahora. Parte de esas sombras y del vestido se transformaron en horizonte, infinito, un campo de amapolas que ni tu ni yo pisamos nunca. Ese no estar que nos dejas y que te ponemos ahora dentro de la cara, los brazos, el mentón, los ojos, tu media sonrisa.
Fragmentos de conversaciones escritas con Cecilia